La cultura inclusiva refiere un entorno que valoriza la diversidad y promueve la participación y sentido de pertenencia de todas las personas. Además, reconoce y celebra la diversidad en dimensiones como género, orientación sexual, etnia, habilidades, edad, religión, origen socioeconómico y capacidades diversidad. Ello implica fomentar la empatía, la colaboración y la resolución creativa de conflictos entre diversos grupos con el fin de involucrar a todos en la creación de un ambiente diverso e inclusivo, no solo a ciertos grupos minoritarios. Por esto requiere un compromiso y liderazgo firme para desmantelar sesgos, barreras y prácticas excluyentes arraigadas en una cultura. Es un proceso continuo de aprendizaje, crecimiento y mejora para las personas e instituciones.

Sin embargo, el proceso de adaptación involucra aspectos individuales y grupales que implican mayor acompañamiento y rigurosidad si se pretende trabajar en un ambiente inclusivo. En este punto, los estudiantes comienzan a formar mayores vínculos con compañeros, aprenden habilidades sociales como compartir, esperar turnos, resolver conflictos, gestionar sus emociones, entre otros aspectos generales para su vida. También enfrentan nuevos retos académicos en la escuela, desarrollan habilidades de estudio y organización, están formando su propia identidad y aprendiendo a manejar emociones más complejas como la frustración. En general, esta etapa requiere que los niños se vuelvan más independientes y aprendan a manejar nuevas situaciones fuera del hogar. Con guía adecuada, pueden adaptarse exitosamente a los cambios y desafíos.

La cultura inclusiva refiere un entorno que valoriza la diversidad y promueve la participación y sentido de pertenencia de todas las personas. Además, reconoce y celebra la diversidad en dimensiones como género, orientación sexual, etnia, habilidades, edad, religión, origen socioeconómico y capacidades diversidad. Ello implica fomentar la empatía, la colaboración y la resolución creativa de conflictos entre diversos grupos con el fin de involucrar a todos en la creación de un ambiente diverso e inclusivo, no solo a ciertos grupos minoritarios. Por esto requiere un compromiso y liderazgo firme para desmantelar sesgos, barreras y prácticas excluyentes arraigadas en una cultura. Es un proceso continuo de aprendizaje, crecimiento y mejora para las personas e instituciones.